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Providencialmente, llega a Silos en este momento el Abad Santo Domingo.
Era el 24 de enero de 1041 y regirá el monasterio durante 32 años,
hasta su muerte acaecida el 20 de diciembre de 1073. Toda la historia del
monasterio y de la comunidad girará en adelante alrededor de este
gran hombre: se convierte en el titular del monasterio; es el patrono e
intercesor ante Dios; es el taumaturgo que obra milagros... Gracias a su
obra y a la de sus sucesores, nace en Silos el gran monasterio románico:
el claustro genial, la gran iglesia románica con tres naves, pórtico
y cinco ábsides y las otras dependencias necesarias para la vida
de la comunidad.
Entre los siglos
XI y XV, Silos será un monasterio con gran vida y actividad, tanto
interna como externa, convertido ya en una comunidad observante e influyente;
un centro de peregrinaciones y de vida cristiana en torno al sepulcro de
Santo Domingo; un ejemplo notable de caridad cristiana y monástica,
con la ayuda espiritual y material a los peregrinos y necesitados; un centro
educativo con su escuela monástica; un extraordinario centro cultural,
con su scriptorium, de donde salieron manuscritos de la talla del Beato
que se conserva hoy en la Biblioteca Británica de Londres; un centro
artístico con su admirable taller de orfebrería, y un patrimonio
material muy extenso que da vida no sólo a la comunidad silense,
sino también a muchas aldeas, iglesias, granjas y pequeños
monasterios, repartidos especialmente por las dos Castillas.
Siglos más tarde, en 1512, Silos se adhiere a la Congregación
Benedictina de Valladolid, y la comunidad entra en una etapa de normalidad
a lo largo de tres siglos, de 1512 a 1835.
En 1835
se interrumpe la vida monástica en Silos.
A consecuencia
del decreto de desamortización del ministro Mendizábal
y expulsión de los religiosos de sus conventos, el 17 de noviembre
la comunidad benedictina de Silos se dispersa. En el desorden se iban a
perder para el monasterio y para España la mayor parte de los manuscritos
de su archivo, las alhajas acumuladas a lo largo de más de
un milenio, y casi todas sus obras de arte. También los edificios,
con el tiempo y la negligencia, se fueron deteriorando.
Afortunadamente,
el 18 de diciembre de 1880, un grupo de monjes benedictinos franceses
de la Abadía de Ligugé, dirigido inteligentemente por un
monje de Solesmes, Dom Ildefonso Guépin, salvó a Silos de
la catástrofe total al elegir sus ruinas como morada. Estos monjes
fueron restaurando con esfuerzo el monasterio silense, y con la restauración
material, procuraron recuperar parte de sus restos culturales; así,
buscaron y encontraron 14 manuscritos medievales, muchos diplomas, también
de la Edad Media, y casi todo el archivo de la Edad Moderna. En este largo
siglo de vida monástica contemporánea, la comunidad benedictina
de Silos ha tenido y tiene una gran vitalidad: con su testimonio, con sus
celebraciones litúrgicas, con sus aportaciones a la cultura y con
su irradiación fundando varias casas nuevas en España como
Estíbaliz (Alava), Montserrat de Madrid, Leyre (Navarra), Abadía
de la Santa Cruz (Madrid), y en Hispanoamérica México y San
Benito de Luján en Buenos Aires, Silos ocupa un lugar importante
en la Orden Benedictina actual.
El claustro románico
de Silos, es y ha sido siempre el centro de la vida de la comunidad monástica.
Hacia él convergen y de él parten los otros edificios del
monasterio y todas las actividades del monje: al Norte la iglesia, donde
se ora en común o en privado; al Este se encontraba en la Edad Media
la sala capitular, que servía para las reuniones de la comunidad,
y el scriptorium,
donde se
copiaban con paciencia y arte los manuscritos silenses; al Sur se hallaban
la cocina y el comedor, en el primer nivel, y el dormitorio en el segundo;
al Oeste estaba la hospedería, también de dos pisos. El claustro
es el lugar a propósito para la contemplación "física",
para pasear y para
descansar.
Por eso, el claustro, además de centro convergente por su ubicación
en el monasterio, tenía que ser bello, adornado con las manos mágicas
del artista, del arquitecto, del escultor y del jardinero.
Arquitectónicamente,
el claustro de Silos tiene dos niveles superpuestos: el claustro inferior
y el claustro superior. El claustro de abajo es de dos
épocas: las galerías Oriente y Norte son de la segunda mitad
del siglo XI; en cambio, las galerías Poniente y Sur son del siglo
XII. El plano solar un rectángulo, con 16 arcos en las galerías
Norte y Sur y 14 en las galerías de Oriente y Poniente. El claustro
de superior se construyó a finales del siglo XII. Vamos a describir
brevemente el claustro inferior.
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Nos
fijaremos primero en los 6 bajorrelieves del primer maestro, empezando
la visita por el ángulo Nor-oriental, por donde probablemente se
comenzó a construir el claustro: LA ASCENSIÓN, con la orientación
de todos los recursos "hacia arriba"; PENTECOSTÉS, esta vez, con los elementos
superiores "hacia abajo" y los inferiores "hacia arriba", para lograr el
encuentro; LA SEPULTURA Y LA RESURRECCIÓN, con las dos-tres escenas
unidas y diferenciadas, presentando el entierro
En medio y la
resurrección arriba; EL DESCENDIMIENTO, que centra por el tamaño
y la perfección, todo el cuadro de la figura de Cristo muerto; LOS
DISCÍPULOS DE EMAÚS, donde el tamaño mayor de las
figuras, los pies en
movimiento, el
zurrón, las conchas, dan al cuadro grandeza, y se evoca la idea
de peregrinación y de encuentro; LA DUDA DE SANTO TOMÁS,
es un
conjunto armonioso,
lleno, enmarcado todo en un castillo medieval. Los capiteles de la primera
etapa, del 1 al 36, perfectamente terminados, merecerían cada uno
un análisis in Pidual y detallado. Lo dejaremos al gusto, interés
y tiempo de cada uno.
El bajorrelieve
de LA ANUNCIACIÓN es otra obra maestra; tanto por el tema como por
el desarrollo escultórico, pertenece a finales del siglo XII, lo
mismo que el último bajorrelieve, EL ÁRBOL DE JESÉ,
o genealogía de Cristo, que aunque más deteriorado, también
es una gran obra escultórica semejante al
anterior. También
los capiteles del 37 al 46 globalmente, aunque de distintas manos y temas,
pertenecen a la segunda etapa.
Completa la visita
del claustro el jardín, con su famoso ciprés (aunque también
conviene admirar la monumental secuoya de la entrada principal). Plantado
en 1882, ha ido creciendo, tupido y esbelto, hasta alcanzar más
de 25m. de altura. Es la admiración de todos. Los poetas le han
dedicado, con frecuencia, sus mejores versos.
Desde Santo Domingo
buscaremos Salas de los Infantes y por la carretera 113 iremos a Riocavado
de la Sierra, pasando por el desfiladero de Pedroso, un paisaje excepcional.
De allí hasta el cruce de Urquiza que a la derecha nos lleva hasta
Pradoluengo en dirección a Belorado. Ya en la carretera N-120, Santo
Domingo de la Calzada está a un tiro de piedra.
Este pueblo estuvo
ligado al Camino de Santiago desde sus orígenes en el siglo XI.
Calzada significa sendero o camino. Santo Domingo, un joven pastor
oriundo de la región, se educó en el
monasterio
de Valvanera y solicitó entrar en el famoso monasterio de San Milán
de la Cogolla.
Rechazada
esta petición, se hizo el ayudante de Gregorio de Ostia, el legado
papal, quien le ordenó sacerdote.
A la muerte
de Gregorio, Domingo se retiró al río Oja para llevar vida
de ermitaño y asistir a los peregrinos que iban hacia Compostela.
Se le llama "de la Calzada" por su determinada labor de mantener
y mejorar el la vieja calzada romana que pasaba entre Nájera y Redecilla
del Camino para facilitar el paso de los romeros. En el año
1044 construyó un puente sobre el río Oja, la
más
conocida de toda una serie de puentes que hizo sobre ríos, arroyos
y barrancos. También edificó una capilla dedicada a
Santa María, un hospital y un albergue de peregrinos, hoy
restaurado como Parador Nacional de Turismo.
Al apoderarse
de la Rioja en 1076, Alfonso VI de Castilla, viendo que el desarrollo del
Camino contribuía a su proyecto de la castellanización
de esta zona, se hizo partidario del santo, de sus obras, y de su
villa. El "burgo" de Santo Domingo de la Calzada empezó como unas
pocas casas construidas en torno a la ermita del santo durante su
vida. Al morir Domingo en 1109, se
veía
muy crecida la población. La iglesia de Santo Domingo de la Calzada,
en la que fue enterrado, fue elevada al rango de catedral poco después.
Las buenas
obras de Santo Domingo a favor de los peregrinos de Santiago no parecen
haber cesado con su muerte. Varias milagrosas curaciones de peregrinos,
ocurridas en la villa, se atribuyen a la influencia de Domingo. Tal
fue el caso de la curación del caballero francés poseído
por el demonio que fue librado del espíritu maligno ante el sepulcro
del santo; o la de Bernardo,
un peregrino
alemán del siglo XV que se curó de una infección purulenta
de los ojos al visitar la tumba de Santo Domingo; o el normando que
recobró la vista en aquel santo lugar. Un juego de nueve tablas
pintadas hoy adorna una pared de la catedral y recuerda los milagros de
Santo Domingo.
Pero el
milagro más famoso--de hecho, uno de los más populares de
toda la Europa medieval--es la célebre historia de una familia
alemana que caminaba hacia Compostela. Al pasar por Santo Domingo
se alojaron en un mesón donde la moza de la casa sintió una
fuerte atracción por el hijo de la familia y se lo hizo saber.
Pero el joven resistió los avances de la moza y ésta,
humillada y rencorosa, escondió un vaso de plata en el zurrón
del peregrino. En cuanto salieron los peregrinos a continuar su camino,
ella le acusó de haberle robado el vaso.
Los oficiales
de la ciudad prendieron y ahorcaron al romero. Los tristes padres siguieron
su romería y, de regreso de Compostela, descubrieron que su
hijo seguía vivo en la horca, milagrosamente sostenido y protegido
por Santo Domingo. Fueron a decírselo al juez del pueblo,
que en aquel momento estaba en la mesa a punto de comer un plato de pollo.
Al oír lo que le afirmaban los padres, replicó con
ironía: "Esta historia es tan verdadera como que este gallo y
esta gallina van a levantarse del plato y cantar." Así lo hicieron
las aves, ante el asombro de todos.
La primera parte de esta leyenda, la historia del peregrino ahorcado, se cuenta en muchísimas colecciones medievales de milagros, atribuyéndose el milagroso sostenimiento del romero al mismo Santo Domingo, a Santiago, o a Santa María. El milagro suele situarse en la ciudad francesa de Tolosa; la nacionalidad de la familia varía entre alemana y francesa; pero el milagro siempre es el mismo. Se puede comparar, por ejemplo, las versiones manejadas en los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo (milagro número 6), Cantiga de Santa María número 175 de Alfonso X, el sabio, y el Codex Calixtinus. La segunda parte, el prodigio del gallo y la gallina, pretende apoyar la verdad del primer milagro, y es propia de Santo Domingo de la Calzada.
Entrando a la iglesia del pueblo, el peregrino medieval podía ver una caja de hierro que encerraba un gallo y una gallina, descendientes, se afirmaba, de las aves asadas que cantaron. Los peregrinos recogían las plumas caídas de las aves sagradas, o se las pedían al sacristán, y las exhibían, orgullosos, en sus sombreros. Se decía, además, que si las aves comían las migajas de pan que los romeros les subían en las puntas de sus bastones, era una señal cierta de que llegarían salvos a Compostela. Hasta hoy en día los cantos del gallo en la iglesia se considera signo de buen augurio. El peregrino Hermann Künig en el siglo XV afirma haber visto el cuarto donde las aves echaron a cantar y el horno donde fueron asadas. Otros documentos de peregrinos recuerdan que la camisa del peregrino ahorcado se conservaba en la iglesia y que la horca misma estaba puesta en lo alto de una de sus paredes.
Estos artefactos
se han perdido, pero el famoso Gallinero de Santo Domingo de la Calzada,
sin duda la más curiosa decoración de jamás
ha ostentado iglesia del mundo, con su marco gótico tardío
y sus rejas doradas, sigue alojando a un gallo y una gallina blancos, descendientes
de aquellas aves que cantaron después de asados.
SAN MILLÁN DE LA COGOLLA
Recién
declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, los monasterios de
Yuso y Suso son los más importantes de La Rioja, y unos de los más
famosos de España. Cuna de la lengua, aquí se escribieron
las primeras palabras en castellano.
En lo alto de
pareja se encuentra Suso, el monasterio más antiguo de La Rioja
y, probablemente, de España. Consagrado en el año 984, conserva
las cuevas en las que San Millán vivió como ermitaño
en el siglo VI.
Su aspecto exterior
es sencillo. Se trata de un edificio con cubierta de tejas en el que destaca
el alero con los primitivos modillones mozárabes. En el atrio, las
tumbas de los Siete Infantes de Lara y de su ayo Nuño Salido, así
como las de las reinas de Navarra, Tota, Ximena y Elvira. En este atrio,
al que Berceo llamaba portalejo, leyó el poeta sus primeros versos
en román paladino.
Conocido como
El Escorial de La Rioja, el monasterio de Yuso sorprende al viajero por
su belleza. Obra románica en sus orígenes, fue reconstruido
entre los siglos XVI y XVIII. De él destaca todo: la portada principal,
el Salón de los Reyes, la iglesia, el museo, el claustro, la biblioteca,
la sacristía y así como cada uno de sus rincones.
SANTA MARIA DE SALVADOR-CAÑAS
En Cañas
se encuentra el monasterio cisterciense de Santa María del Salvador.
Fundado en
1169 por
los padres de doña Urraca López de Haro, fue declarado Monumento
Nacional en
1943.
A él se trasladó doña Urraca con su madre cuando contaba
tan sólo un año de edad,
tras la muerte de su padre.
La Iglesia,
del siglo XII, fue planificada sobre tres naves paralelas que se cortan
al llegar al
crucero. Una de ellas sirve de pórtico de entrada. Tiene 24 rasgados
ventanales que le
proporcionan
un torrente de luz. De la Iglesia se puede decir que tiene más metros
de luz que
de muro, muchas de cuyas piedras conservan el cuño del cantero que
las labró.
También
es interesante la Sala Capitular, convertida en museo. Se inició
en el siglo XII y fue
terminada
a finales del XIII. En el centro, una columna monolítica con forma
de palmera cuyas
ramas
se reparten hacia los cuatro tramos de crucería. Una serie de ventanales
bordados en
piedra
por ambas caras con motivos florales son el remate del recinto.
En el pavimento
se encuentran cuatro laudas sepulcrales de los siglos XIII al XIV donde
están
enterradas
las primeras abadesas del monasterio. Están talladas en mármol
con los escudos
de las
familias a las que pertenecían aquéllas. De entre todos,
destaca el sepulcro de la beata
doña Urraca, cuarta abadesa del monasterio y segunda fundadora.
El monasterio
es uno de los institutos religiosos femeninos más antiguos de la
Cristiandad.
Las monjas
se han mantenido en él desde su fundación, hecho poco frecuente
por cuanto la
mayoría
de los monasterios o bien han cambiado su emplazamiento o su orden monástica
o
han desaparecido.
El monasterio
está custodiado por religiosas cistercienses que mantienen un taller
de
artesanía
donde elaboran piezas que pueden ser adquiridas por los visitantes.
Aquí se
acaban nueve días de viaje a través del románico de
cuatro provincias: Cantabria-Palencia-Burgos y La Rioja. Queda mucho más
en todas ellas. Quizás algún día sigamos su relato.